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El
miércoles 20 de los corrientes completamos los cuatro años de funciones como
autoridades rectorales elegidas por el claustro ucevista. La comisión electoral
de la UCV, actuando con absoluta independencia, suspendió días atrás la
realización del proceso electoral para elegir un nuevo equipo directivo de la
institución. A pesar de que el Ejecutivo había montado la trampa, y estimuló
los cantos de sirena del intramuro, para que incurriésemos en desacato del
dictamen de la Sala Electoral y así facilitar la suspensión y destitución de
las autoridades rectorales legítimas, las maniobras fracasaron
estrepitosamente.
Por primera vez en medio siglo, la rectora, los vicerrectores (académico y administrativo) y el secretario hemos iniciado la etapa de "gestión prolongada". Más aún, los decanos de nuestra universidad ya han acumulado un año en un estatus similar. No somos los únicos. Todas las universidades autónomas y democráticas de la nación confrontan el desmembramiento de sus fueros electorales.
Es el chavismo decadente y agonizante, en pleno proceso de disolución, integrado por grupúsculos civiles en los que prevalecen los testaferros y conversos, que inútilmente pretendieron acabar con la voz plural y democrática más sólida de nuestra Venezuela: sus universidades públicas, referencias indiscutibles de libertad y Estado de Derecho.
A pesar de los incontables hechos de violencia, de los intentos de homicidio o de llevar a la ruina socioeconómica a los diferentes estratos de sus nóminas, las destrucciones patrimoniales, la asfixia presupuestaria, las campañas difamatorias e impedir a como diera lugar las masivas derrotas en nuestros procesos electorales, el sector universitario democrático ha resistido con gallardía y se prepara para las misiones críticas que desde ya le están asignadas en el complejo pero excepcional proceso de reconstruir el país en su totalidad.
No andamos anestesiados por el significativo avance en estos cuatro años y la vanguardia alcanzada por la UCV en los recientes rankings internacionales. Nos acompañan otras universidades hermanas públicas y privadas. Es la resultante de un noble y voluntarioso esfuerzo de nuestro profesorado y de los estudiantes que cursan el amplio portafolio de oportunidades que ofrece la UCV. Un esfuerzo reforzado por la mayoría de nuestra nómina de profesionales, técnicos, empleados y trabajadores universitarios. Hoy conocemos mejor nuestros aciertos y hemos identificado las fallas a corregir. Hoy sabemos que requerimos dejar atrás estructuras y abordajes obsoletos y a los juglares que inútilmente tratan de venderlos.
Es la hora de expandir y catapultar esta primera etapa de innovación, integración, gerencia, visibilidad, virtualización, y de aportar sin complejos los nuevos conocimientos generados en nuestros laboratorios al concierto universitario internacional.
Por supuesto, es obligación invariable la aplicación de procesos de evaluación sistemática, el respaldo entusiasta a todas nuestras sedes y la siembra inequívoca del impacto y compromiso social de nuestros egresados de pregrado y posgrado.
El horizonte democrático está cada día más cercano. Podemos visualizarlo con entusiasmo y convencimiento. La resistencia cobra mayor arraigo. Rechazaremos el irrespeto y la impunidad. Con esmero y dedicación cuidaremos nuestra victoria.
Por primera vez en medio siglo, la rectora, los vicerrectores (académico y administrativo) y el secretario hemos iniciado la etapa de "gestión prolongada". Más aún, los decanos de nuestra universidad ya han acumulado un año en un estatus similar. No somos los únicos. Todas las universidades autónomas y democráticas de la nación confrontan el desmembramiento de sus fueros electorales.
Es el chavismo decadente y agonizante, en pleno proceso de disolución, integrado por grupúsculos civiles en los que prevalecen los testaferros y conversos, que inútilmente pretendieron acabar con la voz plural y democrática más sólida de nuestra Venezuela: sus universidades públicas, referencias indiscutibles de libertad y Estado de Derecho.
A pesar de los incontables hechos de violencia, de los intentos de homicidio o de llevar a la ruina socioeconómica a los diferentes estratos de sus nóminas, las destrucciones patrimoniales, la asfixia presupuestaria, las campañas difamatorias e impedir a como diera lugar las masivas derrotas en nuestros procesos electorales, el sector universitario democrático ha resistido con gallardía y se prepara para las misiones críticas que desde ya le están asignadas en el complejo pero excepcional proceso de reconstruir el país en su totalidad.
No andamos anestesiados por el significativo avance en estos cuatro años y la vanguardia alcanzada por la UCV en los recientes rankings internacionales. Nos acompañan otras universidades hermanas públicas y privadas. Es la resultante de un noble y voluntarioso esfuerzo de nuestro profesorado y de los estudiantes que cursan el amplio portafolio de oportunidades que ofrece la UCV. Un esfuerzo reforzado por la mayoría de nuestra nómina de profesionales, técnicos, empleados y trabajadores universitarios. Hoy conocemos mejor nuestros aciertos y hemos identificado las fallas a corregir. Hoy sabemos que requerimos dejar atrás estructuras y abordajes obsoletos y a los juglares que inútilmente tratan de venderlos.
Es la hora de expandir y catapultar esta primera etapa de innovación, integración, gerencia, visibilidad, virtualización, y de aportar sin complejos los nuevos conocimientos generados en nuestros laboratorios al concierto universitario internacional.
Por supuesto, es obligación invariable la aplicación de procesos de evaluación sistemática, el respaldo entusiasta a todas nuestras sedes y la siembra inequívoca del impacto y compromiso social de nuestros egresados de pregrado y posgrado.
El horizonte democrático está cada día más cercano. Podemos visualizarlo con entusiasmo y convencimiento. La resistencia cobra mayor arraigo. Rechazaremos el irrespeto y la impunidad. Con esmero y dedicación cuidaremos nuestra victoria.
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