Con contagiante entusiasmo, la Venezuela democrática
se ha levantado con renovados bríos para vencer en las elecciones
presidenciales del 14 de abril. Ciudades, pueblos y modestas zonas rurales se
agolpan en multitudes esperanzadas y con el grito unitario que ha catapultado
la candidatura de Henrique Capriles Radonski hacia la indiscutible victoria
comicial, lo que permitirá emprender la construcción de un país soberano,
actualizado, celoso vigilante del Estado de Derecho y del bienestar de sus
habitantes.
Recibiremos un país en ruinas y a la deriva, sin fronteras ni
soberanía nacional ni geopolítica, desmantelado en sus estructuras básicas de
producción y desarrollo, endeudado descomunalmente, desabastecido en rubros
críticos, con altos índices de pobreza, masiva inseguridad, desnutrición,
hogares y familias destruidas, universidades que no lo son, millares de
egresados sin la debida preparación, enfermedades altamente letales como el
VIH, la malaria y la tuberculosis, entre otras, así como plagado de convenios y
acuerdos con países donde reina la delincuencia, la represión y el amplio rango
de negocios ilícitos. Podemos afirmar que todos estos acuerdos son lesivos a
los intereses de la nación. Son quince años desvirtuando nuestros fundamentos
morales. Años perdidos en momentos en que la humanidad se debate entre la
inclusión y una extensa exclusión.
Este somero inventario es la verdadera herencia del ex
presidente Hugo Chávez Frías. A pesar de no contarse con datos precisos debido
a la estrategia oficial de esconder o adulterar resultados, o de culpar
incesantemente a instituciones y personas no oficialistas de los desastres que
han inducido, las investigaciones nacionales e internacionales y lo que se
encontrará, una vez que se disponga de documentos, permitirá calificarlo como
el gobierno más corrupto, destructivo, represivo y entreguista de toda nuestra
historia republicana.
Es imprescindible tener en nuestra conciencia que el 14 de
abril enfrentaremos no sólo a esta dañina corporación local, sino a
corporaciones ilícitas en China, Rusia, Irán, Cuba, Argentina, en fin, a
anillos poderosos que impunemente han intervenido e intervienen en nuestro
destino con la pretensión de atornillar al grupo que les ha facilitado disponer
de nuestros recursos y riquezas. Su misión es impedir el triunfo de la
Venezuela democrática.
Por eso, hemos de votar masivamente, desde muy temprano para
asegurar la instalación de las mesas, y luego hacer guardia durante toda la
jornada. Tengamos muy clara la ubicación de los centros electorales más
remotos. Confiamos en que los estudiantes de todo el país y el sector juvenil
sigan dispuestos a ayudar a nuestro comando Simón Bolívar en el cuidado y la
denuncia específica.
Escribo este artículo poco antes del inicio de la Semana Santa.
Acudamos a la resistencia civil para neutralizar la represión y el grotesco
ventajismo, promovido por todas las instancias del gobierno de facto que
preside el candidato oficialista. La difamación y las acusaciones se
multiplicaran. Mientras más unidos y activos seamos, la intimidación y aun el
peligro perderán impacto. Tengamos fe y votemos multitudinariamente. No
olvidemos: testigos en mesa todo el tiempo, alerta ante el entramado
electrónico, así como actas resguardadas, y completar todas las auditorías. Como
bien dice nuestro candidato, cada grupo familiar es un comando. Seremos los
emprendedores de la nueva Venezuela.