EL
NACIONAL - Domingo 15 de Mayo de 2011
Vive la
universidad autónoma y democrática venezolana momentos de extrema gravedad. Su
solvencia institucional, histórica, moral y decididamente plural afronta la
agudización de las numerosas acciones destructivas que generan sin pausa las
salas situacionales de la dictadura militar chavista.
Preveíamos, y así lo hemos expresado en esta columna, no sólo la asfixia presupuestaria de amplio espectro, sino la pertinaz difamación e injuria dirigida a minar los gobiernos universitarios democráticamente elegidos por abrumadoras mayorías, aunado al flanco intervencionista de dejar sin efecto y suspender los procesos electorales para la elección de nuevas autoridades rectorales y decanales.
El desmembramiento de los sectores científico tecnológico y cultural y la negativa de las divisas indispensables para los laboratorios, las bibliotecas, los sistemas y los críticos procesos de mantenimiento y desarrollo de las plantas físicas son componentes adicionales de la mayor perversión, que sin duda alguna han causado grandes estragos, cuando consideramos la calidad y la vigencia de los contenidos curriculares que debemos impartir.
Pero para los de mala fe, este variado portafolio no es suficiente. Es necesario debilitar, dividir y pulverizar los sectores docentes y estudiantiles, y el laboral, mientras se siembra la efímera esperanza de desarrollo y progreso popular y familiar con la estructuración y masificación de "centros universitarios" de talante "socialista", que sólo conducen a una significativa repitencia o deserción. Mientras no faltarán "las bombas y los platillos" para celebrar la graduación de más de 8.000 "médicos integrales comunitarios", los propios directivos del ministerio de la salud y de los principales hospitales universitarios del país ya conocen el descomunal engaño que ha perpetrado "la delegación cubana" en la formación de miles y miles de jóvenes venezolanos, cuyas deficiencias en conocimiento básico y clínico son notorias e irreversibles.
En medio del devastador caos social y económico que vive el país, con un incuestionable y progresivo sufrimiento social, nuestro sector de educación universitaria se ha visto sacudido en las últimas semanas por dos situaciones límites. Me refiero a la profundización al máximo del empobrecimiento del docente universitario y de los diversos componentes del sector laboral, al ser "expropiados" los fondos que deberían honrar las deudas acumuladas por concepto de normas de homologación, prestaciones sociales y pasivos laborales, mientras la delincuencia se multiplica impunemente en el seno de nuestros recintos y genera estupor, indignación, desesperación y muerte.
En mi carácter de profesor y vicerrector académico de la UCV, exhorto a todos los sectores democráticos a unirnos sólidamente. La inseguridad en nuestros salones de clases es la señal de alarma de mayor impacto, que llama al esfuerzo conjunto, a que todos seamos guardianes de cada milímetro de raigambre universitaria. No pretendamos encontrar soluciones inmediatas y mágicas ante este azote que ha cobrado la vida a más de 150.000 venezolanos en estos fatídicos años. Debemos converger las autoridades rectorales y decanales, los docentes y estudiantes, los profesionales, los empleados y trabajadores, para poner en práctica y sostener las medidas más eficientes, que protejan nuestras vidas y nuestras instituciones. No nos enfrentemos unos contra los otros. No busquemos culpables entre nosotros mismos. En ese camino, todos perdemos y sólo obtienen dividendos el delincuente y sus patrocinantes.
Preveíamos, y así lo hemos expresado en esta columna, no sólo la asfixia presupuestaria de amplio espectro, sino la pertinaz difamación e injuria dirigida a minar los gobiernos universitarios democráticamente elegidos por abrumadoras mayorías, aunado al flanco intervencionista de dejar sin efecto y suspender los procesos electorales para la elección de nuevas autoridades rectorales y decanales.
El desmembramiento de los sectores científico tecnológico y cultural y la negativa de las divisas indispensables para los laboratorios, las bibliotecas, los sistemas y los críticos procesos de mantenimiento y desarrollo de las plantas físicas son componentes adicionales de la mayor perversión, que sin duda alguna han causado grandes estragos, cuando consideramos la calidad y la vigencia de los contenidos curriculares que debemos impartir.
Pero para los de mala fe, este variado portafolio no es suficiente. Es necesario debilitar, dividir y pulverizar los sectores docentes y estudiantiles, y el laboral, mientras se siembra la efímera esperanza de desarrollo y progreso popular y familiar con la estructuración y masificación de "centros universitarios" de talante "socialista", que sólo conducen a una significativa repitencia o deserción. Mientras no faltarán "las bombas y los platillos" para celebrar la graduación de más de 8.000 "médicos integrales comunitarios", los propios directivos del ministerio de la salud y de los principales hospitales universitarios del país ya conocen el descomunal engaño que ha perpetrado "la delegación cubana" en la formación de miles y miles de jóvenes venezolanos, cuyas deficiencias en conocimiento básico y clínico son notorias e irreversibles.
En medio del devastador caos social y económico que vive el país, con un incuestionable y progresivo sufrimiento social, nuestro sector de educación universitaria se ha visto sacudido en las últimas semanas por dos situaciones límites. Me refiero a la profundización al máximo del empobrecimiento del docente universitario y de los diversos componentes del sector laboral, al ser "expropiados" los fondos que deberían honrar las deudas acumuladas por concepto de normas de homologación, prestaciones sociales y pasivos laborales, mientras la delincuencia se multiplica impunemente en el seno de nuestros recintos y genera estupor, indignación, desesperación y muerte.
En mi carácter de profesor y vicerrector académico de la UCV, exhorto a todos los sectores democráticos a unirnos sólidamente. La inseguridad en nuestros salones de clases es la señal de alarma de mayor impacto, que llama al esfuerzo conjunto, a que todos seamos guardianes de cada milímetro de raigambre universitaria. No pretendamos encontrar soluciones inmediatas y mágicas ante este azote que ha cobrado la vida a más de 150.000 venezolanos en estos fatídicos años. Debemos converger las autoridades rectorales y decanales, los docentes y estudiantes, los profesionales, los empleados y trabajadores, para poner en práctica y sostener las medidas más eficientes, que protejan nuestras vidas y nuestras instituciones. No nos enfrentemos unos contra los otros. No busquemos culpables entre nosotros mismos. En ese camino, todos perdemos y sólo obtienen dividendos el delincuente y sus patrocinantes.
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