Progresivamente, la sociedad civil democrática
venezolana ha consolidado una sólida, creciente e irreversible mayoría popular.
Ha entendido que puede enfrentar y que puede acabar definitivamente con una
corporación dictatorial y delictiva que en 15 años de desmanes y saqueos ha
infligido graves y extensos procesos de sufrimiento social, destrucción,
corrupción y pérdida de la soberanía nacional y territorial.
Con sinceridad, hemos tendido puentes de reconciliación con los
otros sectores populares, que con todo derecho, creyeron en la astuta oferta de
progreso y redención en nivel y calidad de vida, mientras que con devastadora
efectividad la corporación militar oficialista y sus verdugos civiles sembraban
pobreza y profundizaban la subversión del orden constitucional y moral,
empleando la represión, censura, persecución y la muerte como mecanismos de
control, con el propósito muy claro de concretar la "Venezuela forajida e
ilícita".
Hemos de valorar nuestros logros democráticos. No es este un
canto de victoria pírrica ni prematura. La unidad de los venezolanos de bien ha
resistido, y hoy más que nunca resiste con entereza y civilidad el descomunal
montaje del fraude sistemático y la perversa combinación de los esquiroles e
infiltrados que pretenden minar el magnífico esfuerzo de mantenernos unidos.
Pero ni el insepulto pudo prevenir la extraordinaria e histórica victoria que
obtuvimos en las elecciones presidenciales del 14 de abril. Extraordinaria,
enfatizo, porque lo logramos en medio de la implacable guerra delictiva
desplegada sin piedad alguna por los diversos componentes de la corporación.
Hoy las sociedades civiles del mundo saben que Venezuela no
tiene gobierno. El gobierno actuante es ilegítimo y además conocen de la
confiscación del poder y de las contundentes pruebas del fraude electoral de
abril que han sido consignadas ante las diversas instancias públicas del Estado
venezolano y de aquellas que rigen la justicia internacional. Son estos hechos
bases indiscutibles de un nuevo logro de la resistencia de la mayoría
democrática del país.
Las investigaciones y las consecuentes denuncias específicas
que emanan de nuestros sectores políticos y organizaciones no gubernamentales,
de los pocos pero eficientes medios de comunicación que se enfrentan a la feroz
censura, de las universidades y sin duda del conciudadano que sufre del
desabastecimiento, la ruina económica y el hambre se traducen en la
participación masiva en elecciones y en las incesantes protestas pacíficas de
múltiples sectores de la vida nacional, añadiendo diarias evidencias de los
fines destructivos y del descomunal saqueo del erario público que continua
perpetrando la vicariante corporación oficialista.
Insisto en el mensaje de valorar a cada instante los esfuerzos
que realizamos todos los demócratas venezolanos por desmontar la tiranía e
iniciar el muy complejo proceso de la reconstrucción nacional. Nuestros métodos
han sido y serán civilistas y constitucionales. Que no les quede duda a la
corporación ni a sus cómplices internacionales que les fallará
"habilitar" una supuesta conspiración proveniente de nosotros, los
verdaderos dueños de Venezuela.
Cada día cuenta. Unidad, participación, denuncia y
protesta pacífica en las calles de nuestro país. Son etapas sucesivas. Tendamos
la mano al venezolano chavista que se desilusionó de tanta farsa. En muy pocas
semanas votaremos masivamente y cuidaremos votos y actas de este 8 de
diciembre, liberando la mayoría de las alcaldías. La reconstrucción nacional es
nuestra próxima misión.