Mañana, el sector educativo venezolano inicia, en su
significativa mayoría, las actividades docentes del lapso 2013/14. Estudiantes,
maestros, profesores, profesionales, empleados y trabajadores interactuarán
para intentar asegurar que el proceso de enseñanza y aprendizaje se ajuste a
las exigencias de nuestra Constitución, en el contexto de contenidos
curriculares plurales y actualizados, ambientes físicos, laboratorios, sistemas
de información y comedores debidamente provistos y con garantía de paz, salud y
seguridad que respalden la calidad de todo el sector y el avance como nación
independiente y soberana.
Sin embargo, nuestra muy grave realidad nacional es otra. Es
una realidad que debemos asumir sin más tonalidades o argumentaciones todos los
venezolanos democráticos, independiente de simpatías políticas o sociales
previas porque el fracaso educativo es como el crimen o el hambre, no excluye
sino arrasa y acaba con toda la población. Se une y conforma el macabro
cuarteto que predomina en la mayoría del planeta y en forma superlativa en la
Venezuela de hoy: pobreza integral, inseguridad, violencia extrema y muerte.
En mayo, el Consejo Universitario de la UCV declaró a la
institución en "emergencia financiera, presupuestaria y operativa".
Con el resto de las universidades públicas autónomas y los sectores gremiales y
estudiantiles democráticos se generó el actual conflicto nacional
universitario. Los gremios, con el respaldo consecuente de los estudiantes,
decretaron el paro de las actividades docentes.
Las causas que indujeron el conflicto y el paro no sólo
permanecen inalteradas sino que se han agravado por la aplastante inflación, el
descomunal endeudamiento, el desabastecimiento global, la carencia de divisas y
el implacable saqueo y corrupción que son las características medulares de la
dictadura oficialista.
No obstante, ni por un instante hemos dejado de funcionar y
cumplir a cabalidad con las actividades de investigación y postgrados en
progreso, diseños curriculares, avances en la bifuncionalidad de nuestras casas
de altos estudios (presencial y virtual), actualización de bibliotecas,
fortalecimiento docente y estudiantil y otras importantes tareas. También
llevamos a efecto las pruebas de conocimiento por áreas específicas para las
nuevas cohortes de bachilleres, la reprogramación de semestres y lapsos
anuales, la organización de las inscripciones, e hicimos, durante agosto y lo
que va de septiembre, lo humanamente posible por reforzar la seguridad
intramural y concretar una planificación de mantenimiento mínima de nuestra
planta física.
Reitero mi alerta a los ucevistas y a todos los universitarios
del país: la lucha y resistencia es responsabilidad y deber de todos. Cada
segundo cuenta. La dictadura censura, subvierte, difama y reprime. Aupa la
delincuencia. A manera de ilustración, en 40% de nuestro intramuros de la
Ciudad Universitaria en Caracas operan bandas que asaltan y trafican. Esas
bandas predominan en los alrededores del Hospital Universitario e Instituto de
Higiene, en los de la redoma de las Tres Gracias, bajo el impacto del barrio
aledaño, y en algunos pasillos y zonas aisladas que son azotados por la
delincuencia gubernamental (círculos y motorizados) y por los operadores del
mercado ilícito.
La participación y la colaboración de todos los que queremos
salvar a nuestra Venezuela y a nuestras universidades se verán recompensados,
en parte, cuando al entrar a la UCV nuestro emblemático reloj los salude con la
hora exacta y las conmovedoras campanadas de la autonomía universitaria.
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