Por casi 300 años, desde que los profesores miembros del
claustro de la Real y Pontificia Universidad de Caracas redactaron a petición
de nuestro Libertador Simón Bolívar y del primer rector, José María Vargas, el
texto de los Estatutos Republicanos de la Universidad de Caracas (junio, 1827),
los profesores(as) universitarios han representado y representan el elemento
esencial e indispensable que garantiza la enseñanza y el aprendizaje de calidad
para los estudiantes de pregrado y posgrado. La virtud de origen es que
nuestros colegas antecesores, gracias a la legendaria visión plural y
democrática de Bolívar y Vargas recibieron la siembra de genes de libertad y de
la autonomía universitaria.
En ese extraordinario lapso, con la vanguardia de las
universidades públicas autónomas, los profesores universitarios han liderado la
construcción de la República de Venezuela generando nuevo conocimiento,
formando cientos de miles de profesionales en todas las ramas del saber,
ofreciendo extensión y servicios, llevando el nombre de la Venezuela
democrática a foros y congresos de la más alta relevancia científica y
humanística, estableciendo nuevas corrientes académicas, dirigiendo y
gerenciando las propias universidades y aportando sistemáticamente información
estratégica de alto tenor para el Estado venezolano. Defender el binomio
estelar de la constitucionalidad y la autonomía ha sido hasta nuestros días una
noble misión, plena de pasión y peligro. La pluralidad y la civilidad, nuestras
armas de paz y convivencia. Por supuesto, como seres humanos que somos,
acertamos y erramos. Sin embargo, la felicidad de nuestros egresados y de sus
familias es nuestra mejor recompensa.
Son estas las fuerzas que han permitido enfrentar en estos
últimos cinco años con toda firmeza, los reiterados y violentos brotes de
antiuniversidad de la dictadura chavista-madurista, que hoy recurre a ese
engendro ilegal e inconstitucional, conocido como "Primera Convención
Colectiva Única (CCU)". Una estructura que pretende eliminar la
universidad y su autonomía, desconocer a Fapuv, acabar con el sector
estudiantil y sus providencias, homologar por debajo al profesorado
universitario nacional y degradar su condición constitucional (artículo 109 de
la Constitución nacional de 1999 y Ley de Universidades vigente) y así llevarlo
a las miserias de un sindicalismo mediocre y destructivo.
Desde el año 2008, junto con la valerosa y noble lucha de los
estudiantes a escala nacional, la resistencia profesoral ha hecho fracasar la
implantación del "Estado docente socialista", mientras concreta
avances en los nuevos diseños curriculares, la investigación y el posgrado, la
educación a distancia, la gestión de información y el conocimiento, el
fortalecimiento docente, el servicio comunitario, la virtualización de punta,
todo para garantizar la inserción en la educación superior que apunta ya a
2025. Definiciones y productos logrados con un enorme sacrificio de nuestros
profesores. Avances, por cierto, desconocidos en las instituciones universitarias
oprimidas por el oficialismo.
Señores Maduro y Calzadilla: jamás renunciaremos a nuestro
derecho constitucional. Somos los profesores de la autonomía universitaria. Los
fondos públicos que provengan de la inaplicable CCU los asumiremos como
adelantos para cancelar las enormes deudas que han acumulado por concepto de
normas de homologación desde 2005. Ese dinero no es de ustedes. A la sociedad
civil democrática, vaya el agradecimiento y la convocatoria a seguir
defendiendo vuestras universidades autónomas.
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