Venezuela padece con angustia y
dolor el auge de la delincuencia, sus múltiples orígenes y sus devastadores
impactos en el seno de las familias. 62 muertes violentas por 100.000
habitantes y más de 19.000 homicidios sólo en el año 2011 son algunas cifras
escalofriantes que caracterizan el "estado de sitio" en que vivimos,
cuyo común denominador es la impunidad que impera en toda la nación.
Una estructura tan compleja como la Universidad Central de Venezuela no podía ser inmune a la inseguridad y a la zozobra. La integran 14 sedes, 12 estaciones experimentales, 2 complejos hospitalarios universitarios, distribuidos en la capital y varios estados de la república, 60.000 estudiantes de pregrado y posgrado, y cerca de 30.000 nóminas así como dos zonas rentales de significativa dimensión. Decenas de miles de personas relacionadas o no con el diario quehacer ucevista completan escenarios muy difíciles de supervisar.
Como en otras universidades autónomas y democráticas hermanas, la UCV afronta con frecuencia 2 tipos de delincuencia. La delincuencia política que proviene (en más de 35 casos documentados y denunciados ante el Cicpc y la Fiscalía General de la nación) de grupos a menudo armados y afectos al Gobierno, y la delincuencia que engendra el incesante crecimiento del consumo de estupefacientes en los establecimientos educativos y en los campus universitarios. El hurto en sus diversos formatos se añade a la gravedad de la inseguridad en toda la UCV.
Desde el inicio de la gestión del actual equipo de autoridades universitarias (junio, 2008), propusimos medidas concretas en la Ciudad Universitaria de Caracas y en nuestras sedes del interior del país, destinadas a disminuir ostensiblemente la prevalencia y la susceptibilidad a los actos delictivos. Asumimos con determinación la construcción de las puertas de acceso, así como el proyecto de la miniplaza en la puerta de entrada aledaña al Metro y a la plaza de Las Tres Gracias.
Una estructura tan compleja como la Universidad Central de Venezuela no podía ser inmune a la inseguridad y a la zozobra. La integran 14 sedes, 12 estaciones experimentales, 2 complejos hospitalarios universitarios, distribuidos en la capital y varios estados de la república, 60.000 estudiantes de pregrado y posgrado, y cerca de 30.000 nóminas así como dos zonas rentales de significativa dimensión. Decenas de miles de personas relacionadas o no con el diario quehacer ucevista completan escenarios muy difíciles de supervisar.
Como en otras universidades autónomas y democráticas hermanas, la UCV afronta con frecuencia 2 tipos de delincuencia. La delincuencia política que proviene (en más de 35 casos documentados y denunciados ante el Cicpc y la Fiscalía General de la nación) de grupos a menudo armados y afectos al Gobierno, y la delincuencia que engendra el incesante crecimiento del consumo de estupefacientes en los establecimientos educativos y en los campus universitarios. El hurto en sus diversos formatos se añade a la gravedad de la inseguridad en toda la UCV.
Desde el inicio de la gestión del actual equipo de autoridades universitarias (junio, 2008), propusimos medidas concretas en la Ciudad Universitaria de Caracas y en nuestras sedes del interior del país, destinadas a disminuir ostensiblemente la prevalencia y la susceptibilidad a los actos delictivos. Asumimos con determinación la construcción de las puertas de acceso, así como el proyecto de la miniplaza en la puerta de entrada aledaña al Metro y a la plaza de Las Tres Gracias.
Planteamos a la directiva del Hospital Universitario, que opera bajo el control oficial, la reubicación de mototaxistas y buhoneros; solicitamos en la reunión de la Comisión UCV y Ministerio de Interior y Justicia la colocación y acción de puntos de control policial en el perímetro integral de la sede principal y en las sedes del interior del país. Hemos exhortado en repetidas ocasiones a la Alcaldía del Municipio Libertador, a erradicar con firmeza las ventas ilícitas y los narcotraficantes infiltrados en Las Tres Gracias, mientras hemos hecho lo posible por mejorar al personal de seguridad, su sede física y sus equipos de identificación y de desplazamiento. Ciertamente, en la mayoría de los casos la respuesta gubernamental ha sido inexistente.
Debe quedar claro que no cesarán nuestros esfuerzos en lo que nos corresponde como autoridades rectorales y decanales en cuanto a la lucha diaria contra la delincuencia y la inseguridad en nuestros recintos. Somos venezolanos demócratas que, como la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos, queremos vivir en paz y en progreso.
Demandamos una vez más al Ejecutivo nacional que cumpla con sus obligaciones. Que cese de una vez por toda la impunidad y la complicidad. Finalmente, un llamado a la comunidad ucevista a unir voluntades en la lucha contra la inseguridad. No es un lema cualquiera el que nos recuerda que combatir la violencia es una tarea de todos.
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