EL
NACIONAL - Domingo 16 de Octubre de 2011
Una muy compleja cadena de decisiones y acciones deben ser asumidas por la
sociedad civil venezolana como requisito indispensable para rescatar la
democracia y el Estado de Derecho, enrumbar nuestro destino y, así, garantizar
sistemáticamente el bienestar social y la soberanía nacional.
La estrategia fundamental es la unidad democrática. Debemos triunfar con
indiscutible contundencia. El 12 de febrero de 2012 ha de ser el ícono de la
victoria. Unas primarias repletas de participantes, de ciudadanos con esperanza
y fe, cuya presencia legitime no sólo que triunfar es la consigna, sino que
reclame al sector político que honre invariablemente el compromiso unitario de
trabajar sin descanso para que la candidata o el candidato seleccionado por la
voluntad popular triunfe abrumadoramente el 7 de octubre y deje atrás y para
siempre el odio, la destrucción y la asociación con lo delictivo y lo forajido.
Estos dos primeros triunfos tendrá, entre otros efectos, la propiedad de
facilitar los vientos muy favorables del progresivo y creciente rechazo
internacional a la dictadura chavista. La adolorida mayoría de venezolanos que
ganamos en la ONU, nuevamente en la CIDH y la OEA, y sobre todo las ONG que
defienden a ultranza los derechos de la humanidad son hoy obstáculos
formidables, ante la trampa, la impunidad y la difamación tan inherentes al
régimen imperante.
A la vez, esos triunfos nos ofrecerán una mayor fuerza para salir victoriosos
en las elecciones para gobernaciones y para consolidar en 2013 la recuperación
del casi desaparecido poder municipal. El nuevo régimen democrático deberá
estar listo el 11 de enero de 2013 para iniciar sin tregua el proceso de
desmontar el "paraestado chavista". Se trata de una gerencia integral
y nacional. Nuestros expertos juristas identifican en la propia Constitución la
herramienta idónea para dejar sin efecto tanta barbaridad, traducida en
numerosas disposiciones que han traicionado a los verdaderos y únicos dueños de
esta noble tierra que somos todos los venezolanos. Reiteramos aquí nuestra opinión en cuanto a la inexistencia de
"presidentes mágicos". Sin duda, el o la líder que retribuye el amor
y la confianza del ciudadano y su voto con hechos concretos y con la visión y
sabiduría ejercida a tiempo y con decoro es esencial. Mandela en Suráfrica,
Gandhi en la India y Gallegos entre nosotros son ilustres ejemplos de seres
humanos con esas propiedades.
Sin embargo, lo que debemos afrontar requiere de la participación de múltiples
equipos de trabajo. Ha de ser un gobierno (ejecutivo, gobernadores, alcaldes,
poderes ciudadanos) amplio, plural, consustanciado con una planificación
estratégica innovadora, emprendedora, cuyo objetivo superior, entre las
diversas y numerosas áreas que requieren reconstrucción, sea poner el máximo de
sus esfuerzos en abatir las principales causas del masivo sufrimiento social
que padecen hoy nueve de cada diez venezolanos. En términos muy claros, garantizar comida,
vivienda, seguridad, educación, salud y una vida digna. Son contribuciones que
hacemos desde la UCV. No existe pretensión alguna de poseer la verdad. Nuestros
expertos están desde ya colaborando en las diferentes actividades de los grupos
democráticos y de la Mesa de la Unidad. Así también lo hacen las universidades
hermanas. Nos regimos por el principio que nos inculcó el rector Jesús María
Bianco Torres: "La autonomía es a la universidad lo que la democracia es a
la nación". La Venezuela feliz y soberana es nuestro norte.
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