EL NACIONAL - Domingo 24 de Julio de 2011
A Venezuela y su sociedad civil se nos ha provisto en
estos últimos días de manifestaciones muy genuinas de buena voluntad, nobleza,
esperanza, futuro y la fibra sólida de la solidaridad y el emprendimiento que
llevamos muy hondo la inmensa mayoría democrática que habita la espléndida
geografía nacional. Me refiero a los magníficos análisis y propuestas de soluciones
a los ingentes problemas por parte de nuestras academias nacionales y el
enriquecimiento moral y espiritual generado por la inolvidable jornada de
triunfos y consolidación internacional de la Vinotinto, en la nueva edición de
la Copa América de fútbol. En los amplios y legendarios espacios del Palacio de las
Academias, nuestros académicos y sus asesores acordaron trabajar con gran
dedicación y unidos, y así asumir de una vez estrategias y gerencias que
permitan afrontar el vasto sufrimiento social y económico que padecemos en todo
el país, aunadas a propuestas concretas en las áreas de vivienda, seguridad
social, salud, educación, ambiente, constitucionalidad e institucionalidad.Se trata de manifestaciones que complementan esfuerzos en
la misma dirección que se adelantan en el seno de las universidades
democráticas, en el sector privado, en la prensa escrita, en las opiniones y
recomendaciones divulgadas por los pocos pero eficientes medios audiovisuales
libres y en los comunicados públicos de organizaciones no gubernamentales que
luchan y defienden a los ciudadanos y sus derechos constitucionales. Son insumos de la mayor importancia para nutrir los
planes estratégicos y operativos de los equipos humanos que integran las
gobernaciones y alcaldías que van entregando productos y servicios para el
bienestar y la calidad de vida de las familias y la totalidad de sus
comunidades, sin el menoscabo de sus creencias y pensamientos.
Es ciertamente el camino ya irreversible de nuestras
grandes mayorías a la reconquista de la libertad, a unirnos en torno a los
indispensables procesos de reconstrucción nacional, a restaurar el Estado de
Derecho, a convocar e invitar a la "diáspora secreta", como bien la
describió el narrador y siempre lúcido Antonio López Ortega en estas mismas
páginas, para que retornen a su Venezuela de siempre, al país que supo con
grandeza, a partir de 1936, superar las tinieblas, y con aciertos y fallas
salvar obstáculos en ocasiones tan tenebrosos como en esas épocas, para
alcanzar un desarrollo social que, si bien requería rectificaciones
sustanciales en lo social, supo colocar a Venezuela en el grupo de naciones
honorables y esencialmente democráticas. La Vinotinto y su excelsa actuación, que podría concluir
con un estupendo tercer lugar, ya ocupa un espacio muy especial en nuestros
corazones. Un puñado de venezolanos gallardos, con coraje y
humildad, con un César Farías que con sus propios pasos catapultó las lecciones
de Richard Páez y de los integrantes de la selección precursora; de la
Venezuela que con profesionalismo y entusiasmo desbordante se apresta a
ingresar y competir en el Mundial de 2014. Así lo hará. Seguro estamos de que
disfrutará del respaldo de la nueva Venezuela, democrática, plural y, como esta
vez, unida en una sola voz que cantará el gol de la victoria.