domingo, 20 de enero de 2013

Falta absoluta Falta absoluta Falta absoluta

El cáncer es una enfermedad crónica. Su permanencia y diseminación (metástasis) en el huésped indica que las células cancerosas han derrotado no sólo a formatos terapéuticos como la cirugía, la quimio y radioterapia o los nuevos abordajes inmunomoduladores de las respuestas de defensa sino más importante aún, han vencido al formidable mecanismo que poseen los mamíferos, y entre ellos los humanos, que se denomina “vigilancia inmunológica”.
La vigilancia inmunológica garantiza la detección (células que actúan como un “periscopio”) a cada instante de células mutantes malignas para destruirlas con óptima eficiencia. Esa eficiencia puede verse disminuida entre otros factores por el uso continuo e indiscriminado de esteroides.
El propio Presidente de la República le comunicó a la nación en mayo de 2011 que tenía cáncer. En los siguientes 20 meses, la estrategia del oficialismo ha consistido en “politizar” el cáncer del mandatario, entregando su destino a la mediocre medicina castrista, violando nuestra soberanía nacional y médica, mientras ofrecían información pública desvirtuada y lejos de la realidad clínica que vivía el paciente. Un juego macabro que contó con la activa participación del Presidente. La supuesta curación nunca se hizo presente.
Pero por más planificación y estrategias que la corporación chavista haya intentado, es imposible politizar al cáncer. A principio de diciembre de 2012, el propio paciente admitió que su tumor maligno seguía creciendo, anticipó los posibles escenarios políticos, y antes de volver al quirófano clandestino en La Habana, hizo público su muy probable “falta absoluta” (artículo 233 de la Constitución nacional), solicitó respetar la carta magna, y convocar a nuevas elecciones presidenciales en caso de su muerte o de quedar incapacitado. Desde entonces, el paciente desapareció y no se juramentó para presidir un nuevo período constitucional.
El gobierno que desde el 10 de enero usurpa el poder recurre, con el asesoramiento internacional, a desconocer una realidad: Venezuela no tiene Presidente de la República en ejercicio y, más grave aún, su “falta absoluta” es clínicamente irreversible hasta que no se demuestre lo contrario.

Como lo ha hecho público nuestra Universidad Central de Venezuela y numerosas instituciones y voces autorizadas, la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia del 9 de enero es definitivamente antinacional y carece de fundamento tanto científico como jurídico. Así, negar de plano, la integración de una junta médica venezolana que en La Habana “ponga orden clínico, restituya nuestra soberanía e informe a la nación sobre el diagnóstico, pronóstico y capacidad o no del paciente Chávez Frías para asumir la Presidencia de la República” es esconder a como dé lugar la falta absoluta.
Favorecer el inexistente mecanismo de la “continuidad administrativa”, coloca al TSJ y a la AN al margen de la ley y de la Constitución nacional. Mentir con descaro y aseverar que el Presidente designó al nuevo canciller profundiza la ilegalidad del Gobierno y exacerba su impunidad.
Venezuela es hoy un país a la deriva. Campea la represión y la violencia. El luto es masivo y diario. La ruina económica y social es inocultable. Sus mayorías democráticas, civiles y militares, estamos obligados a salvar nuestra patria. Es imprescindible alcanzar consensos sinceros que nos lleven a rescatar la soberanía nacional y el Estado de Derecho y a participar en procesos electorales cuya transparencia provea un gobierno legítimo y eficiente.

domingo, 6 de enero de 2013

Junta médica venezolana


Cuando un ciudadano es elegido por el voto popular para ejercer un cargo público, su privacidad queda a un lado durante el lapso reglamentario de sus funciones. El funcionario se debe al conglomerado que no solamente lo eligió, sino a todos sus conciudadanos, y sus acciones, decisiones y los resultados de su gestión deben ser del conocimiento público. 

Por supuesto, en el caso de ocupar la Presidencia de la República no sólo la gestión cobra una magnitud máxima, sino que la relación entre la población y el primer mandatario debe ser fluida y continua. En su pensamiento y proceder ha de procurar el bienestar social, el progreso y la innovación, así como el resguardo sólido y permanente de la soberanía territorial y de la república. Más aún, el adquirir las funciones de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas implica preservar los secretos y estrategias para garantizar el estatus de independencia nacional. 

El Presidente como ser humano es susceptible de enfermarse. La organización interna de la primera magistratura nacional tiene la obligación de contar con un equipo de salud integral, del Presidente, integrado y dirigido por profesionales nacionales expertos y por estructuras hospitalarias y móviles dotadas con herramientas de última generación. Sin embargo, ese equipo no puede ni debe ser supervisado ni suplantado por personal de un país diferente del propio. 

En el caso del presidente Chávez su decisión de entregarse ciegamente a la medicina castrista en La Habana (desde por lo menos mayo de 2011) es un acto de lesa patria. Ha sido un proceso contrario a los altos intereses de la nación. Según sus voceros ha sido sometido a cuatro anestesias. Ilustramos nuestra afirmación con un par de preguntas: ¿sabe el Presidente qué le suministraron? ¿Es que acaso desconoce el Presidente que no tiene el derecho de poner en peligro o riesgo los secretos fundamentales del Estado venezolano? Por otra parte, ha violado el derecho de la sociedad venezolana (incluidos los militares) de contar con un parte médico de la enfermedad que padece. Le ofreceríamos toda la consideración y solidaridad posible si conociéramos de la naturaleza de su enfermedad, tratada en Venezuela, y si su conducta personal hubiese sido acorde con sus altas funciones, entonces hubiésemos entendido su separación temporal o definitiva del cargo ante tratamientos tan complejos como la cirugía mayor del abdomen, la quimio y radioterapia y el uso de altas dosis de esteroides. 

El proceder del Presidente ha sido todo lo contrario. Entre anuncios de "curación y notables mejorías", según él y sus ignaros voceros, no sólo ha difamado a sus "adversarios" y mentido a la nación durante el proceso electoral, sino que las decisiones asumidas por su gobierno mientras su enfermedad avanzaba sin pausa, han acelerado aún más la ruina en lo social, económico y político. Ayer mismo, el vicepresidente anunciaba que 2013 comenzaba en forma "estelar", mientras que la Venezuela enlutada conocía de los 21.900 homicidios cometidos en 2012. 

Por lo aquí expuesto y ante la inminente toma de posesión (enero, 10) para un nuevo lapso constitucional, he propuesto que se instale una "junta médica venezolana" integrada por médicos de la Academia Nacional de Medicina, de la Federación Médica, de las Universidades autónomas y del Ejecutivo Nacional que se traslade a La Habana y determine, para informar a la nación, sobre el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad del Presidente y si está en condiciones físicas y mentales para asumir el periodo presidencial